miércoles, 15 de agosto de 2012

Agua de la Roca

Agua de la Roca
“He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová…” Éxodo 17:6-7.

El pueblo de Israel, debido a su temor y ansiedad, "tentaron a Jehová" (Éxodo 17:7). Airados, y temiendo morir de sed en ese desierto caliente, amenazaron con apedrear a Moisés. La crisis apenas se describe en sus rasgos esenciales, pero el momento sin duda fue crucial. Quedó por cierto marcado en la historia del pueblo. Siglos más tarde, el Señor recordó a Israel este acontecimiento, por medio del salmista David: "En la calamidad clamaste, y yo te libré; te respondí en lo secreto del trueno; te probé junto a las aguas de Meriba." (Salmo 81:7).
 
Durante la Segunda Guerra Mundial, las condiciones de un pequeño poblado en la isla de Bougainville, desmejoraron en forma alarmante. Japón controlaba las islas del norte del archipiélago de las Salomón. Como estaban escasos de alimentos, invadían los huertos locales tan pronto como los productos comenzaban a madurar. Cuando comenzaron a darse casos de combate entre los habitantes locales y los invasores, los aldeanos comenzaron a temer por sus vidas. Los dirigentes cristianos recordaron una alta meseta situada en una de las cadenas de montañas. Una noche, los habitantes de la aldea desaparecieron en la jungla sin hacer ruido. La fortaleza de la montaña los mantuvo escondidos, y parecía que sus provisiones les durarían hasta que sus hortalizas y sembrados les comenzaran a producir.
 
A medida que la estación seca avanzaba, la provisión de agua comenzó a escasear. Los aldeanos buscaron una vertiente, y encontraron un lugar húmedo al pie de una pared rocosa. Se reunieron alrededor, y oraron para que saliera agua de la roca. Cuando terminaron de orar, contemplaron asombrados cómo la humedad aumentaba en forma paulatina, y luego la roca comenzó a gotear. Pronto todos pudieron comenzar a llenar de agua sus jarrones. Durante más de dos años, esa vertiente continuó goteando sin cesar; suplió así todas sus necesidades.Jesús vio su oportunidad en la desesperanza humana. Los que no podían hallar esperanza para si mismos, encontraron esperanza en Él.
 
Tenemos el derecho de buscarle cuando estamos en dificultad. El agua que fluye en respuesta a nuestra necesidad puede ser tan práctica como las aguas de Horeb, que calmaron la sed del pueblo, o tan intangible como el reavivamiento de nuestra fe y la renovación de nuestra esperanza.

"Aquel en quien mora Cristo tiene dentro de si una fuente eterna de gracia y fortaleza".

Fuente:impactoevangelistico.net

El Descanso que Aporta la Oración

El Descanso que Aporta la Oración
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. – Filipenses 4:6-7.

¿Es necesario pasar por circunstancias apacibles para llegar a tener paz interior? No forzosamente; eso es una paradoja. Ante todo, el reposo depende del estado interior de nuestra alma. Mientras estuvo rodeado de enemigos, el rey David pudo escribir: “En Dios solamente está acallada mi alma” (Salmo 62:1).
 
A veces estamos inquietos y estresados porque no nos tomamos el tiempo de dirigirnos al Señor en una actitud confiada. Para resistir al temor y al abatimiento es necesario entregarse a la bondad de Dios. Es un acto de fe, de sencilla confianza en el Señor que se hace más fácil si nos acercamos regularmente a él mediante la oración. Cuando la costumbre de orar y la lectura de Biblia son un hábito de cada día, sentimos una serenidad muy profunda.
 
¿El mal no da tregua, sus asaltos son incesantes? ¡Que nuestra oración también sea incesante! Aprendamos a perseverar en la súplica. Debemos hacerlo cuando estamos solos, pero también con nuestros hermanos y hermanas. ¡Cuántos creyentes oprimidos por las preocupaciones fueron a una reunión de oración y volvieron llenos de paz! Las circunstancias de la vida siguen siendo difíciles, pero el corazón está renovado en la confianza y ve las cosas de manera distinta. El Espíritu Santo ha hecho su trabajo secreto y produce paz interior que supera “todo entendimiento”.
 
Fuente:amen-amen.net

martes, 14 de agosto de 2012

Testimonio: Hno.Eber Pallarco Yachi


“Sonrío porque Cristo me ama”
Eber Pallarco Yachi nació en Huancavelica hace 24 años; sin embargo,  a pesar de su juventud supo recorrer la ruta de la desolación a la redención.

Desde pequeño gozó los privilegios de vivir en un hogar cristiano, tuvo el cariño de sus padres y una relativa bonanza económica. Pero con el paso de los días, cuando se acercaba a la adolescencia, su familia se alejó de Dios y él también.

Con un corazón vacío recorría los pasillos del colegio nacional donde estudiaba, esperaba encontrar en sus compañeros de salón y en el alcohol la felicidad que tanto anhelaba. Tenía sólo trece años, pero su espíritu envejecía por el pecado.

Al terminar sus estudios secundarios decidió llegar a Lima. Creyó enamorarse de una muchacha que pasaba momentos de profunda depresión igual que él. Ambos estuvieron a punto de terminar con sus vidas lanzándose de un puente; pero algo lo detuvo. Él creía que era el temor, pero evidentemente era la mano de Dios que actuaba sobre su vida.

Luego de algunos años nada cambió. Empezó a cursar la carrera de gastronomía en una reconocida casa de estudios. En ese lugar conoció a jóvenes que, a pesar del dinero, tenían el alma rota. “Muchos de mis amigos tenían vicios, otros eran homosexuales”, cuenta el protagonista de esta historia.
El laberinto en el que vivía parecía eterno, pero algo estaba por suceder. Su madre ya había regresado a los caminos del Señor, ella se desvelaba orando por Eber, además de invitarlo a volverse a Cristo.

Impulso del corazón

Cierta tarde estaba en su habitación tratando de distraerse viendo televisión o escuchando radio, pero todo le parecía monótono y desesperante. De pronto un impulso, hasta ese momento oculto en su interior, lo obligó a salir de casa, pensó a donde ir y la primera imagen que dibujó su mente fue el templo cristiano al que su progenitora asistía.

Cuando ingresó a la Casa de Dios fuerzas malignas nublaron su entendimiento, pero cuando pensó en retirarse recordó lo feliz que fue en su niñez. De esa manera volvió a tomar asiento y empezó a escuchar al predicador.

“El amor de divino es incomparable, te invito a que lo experimentes”, fueron las palabra del pastor que conmovieron todo su ser. Casi inmediatamente las lágrimas recorrieron su rostro y derramó su alma ante el Padre Celestial.

Desde ese día tuvo nuevas fuerzas para afrontar su vida, y se aferró a Jesús con sinceridad.
Actualmente es presidente de jóvenes en la Iglesia del Movimiento Misionero Mundial en San Pablo (San Luis)  y aprovecha su conocimiento del quechua para preparar mensajes cristianos en ese idioma que posteriormente se emiten a través de Radio Bethel.

Fuente:mmmperu.org

Dios quiere darle vida a Su Pueblo

Dios quiere darle vida a Su Pueblo
Rev. Gustavo Martínez
“Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar tu ira sobre nosotros¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación? ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” Salmo 85:4-6.

Generalmente los hombres impíos aman más las tinieblas quela luz y no vienen a la luz para que sus obras no sean reprendidas; muchosprefieren creer a la mentira más que a la verdad (Juan 3:19-21). Lamentablemente esa mismasituación estaba imperando en el pueblo de Israel.
 
El profeta Jeremías y otros profetas hablaron verdadal pueblo, pero ellos no quisieron creer. Hasta el profeta llegó a pensar que leera una afrenta hablar de parte de Dios. Sin embargo, los falsos profetas lehacían ofrecimiento,al pueblo,y les resultaba más fácil creer que las naciones vecinasestaban para ayudarlos y ampararlos. Le era más fácil creer tal cosa que la Palabra de Dios.El profeta Jeremías, lesamonestaba que si no seapartaban de su mal camino vendría el juicio y precisamente de parte de las nacionesvecinas.
 
Ese juicio llegó, vino el cautiverio, Nabucodonosorsitió la ciudad y el templo. La mayoría de ellos fueron cautivos, otros murierony quedóun remanente muy pequeño. Después de un juicio tan desbastador como elque les sobrevino y el tiempo que llevaban cautivos era de esperarse que susesperanzas humanas fallecieran, no había manera de salir de Babilonia yregresar de nuevo a su tierra.
 
Cuántas veces quizás oraron a Dios y pidieron suayuda para salir de aquel cautiverio, pero era como si Dios no les escuchara porqueno había respuesta alguna. Lo que había en sus mentes y corazones era queseguirían cautivos y que nunca más volverían a disfrutar de la libertad que undía tuvieron.
 
Recuerde que Jerusalén fue llamada “la señora deprovincias”, “la grande entre las naciones”, era una ciudad de gloria, pero se descuidaron y ahoravinieron a ser siervos, esclavos, de manera que fueron tratados de una formasevera, terrible e inhumana (Lamentaciones 1:1).Por ello sus esperanzas habían muerto. En el Salmo85 el pueblo oraba:“Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, y haz cesar tuira sobre nosotros”(v.4).Realmente se sentían muertos, destruidos, arruinados y sin esperanzas. Y en su oración ellos se preguntaban:“¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación? ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” (vv.5, 6).
 
El pueblo reconoce que la única manera queel hombre puede estar gozoso es a través de la experiencia, del encuentro, deltoque de parte de Dios. Cuando Dios toca a una persona, no importa en lascondiciones que se encuentre, Dios lo cambia. La Sagradas Escrituras nos hablan de aquella mujer que vivía en Naín, ellavenía llorando, con dolor en sucorazón, porque llevaba a enterrar a su hijo;pero Cristo acercándose, tocó el féretro y, le ordenó al muchacho que selevantara y entonces el joven se incorporó, pasó de la muerte a la vida (Lucas 7:11-17). Cuando Cristo tocaimparte vida porque Él es el único que puede sacarnos de la muerte a la vida.
 
Yaquellos Israelitas decían:“¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?”(Salmo 85:6).La única manera de tener gozo es con la presencia de Dios, consu comunión. Cuando el hombre pierde la comunión con Dios pierde la paz,entonces entra en una depresión.Cuandotrata de salir y solucionar los problemas de su espíritu y su alma consus propias fuerzas, a través del licor, la droga y otros vicios, se destruye. Pero cuando el Señor toca, las cosas cambian, noimporte que esté muerto Dios le dala vida, porque Él es la vida. Con un toquedel Señorse rompen las cadenas, la muerte, el vicio, el pecado y todo aquello que elmundo ofrece quedandeshechos por Su mano poderosa;con el toque del Señor los corazones quedan libres.
 
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos… y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues… y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
 
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel...” Ezequiel 37:1-14
 
El capítulo 37 de Ezequiel se refiere al restablecimiento físico yespiritualidad de Judá. Nos proporciona una buena ilustración de lo que será el avivamientoque tendrá lugar en la Iglesia del Señor. ¿No se ha preguntado usted por quéDios no llevó al profeta a un templo, o a un jardín, o a otro lugar diferente? Se lo llevó aun cementerio para darle un mensaje, a un lugar solitario, desierto, donde soloyacían huesos humanos esparcidos por todo el valle. El profeta cuando vio aquelpanorama quizás deseó regresar inmediatamente, pero estaba de la mano delSeñor porque el Espíritu de Dios lo había llevado para darle un mensaje, paraque entendiera plenamente la condición del pueblo. Tal vez veía al pueblo en cautiverio,pero lo veía con vida. Jamás se pudo imaginar hasta dónde ese pueblo habíadescendido, espiritualmente, estaba muerto.
 
La Biblia dice que lo llevó a “un valleque estaba lleno dehuesos secos…y por cierto secos en gran manera.”(vv.1, 2).Porque si lo lleva a un lugar donde haycuerpos acabados de morir, relativamente frescos y que no han llegado al estadode descomposición se podía albergar un poco de esperanza en cuanto a vida serefiere.
 
Cuando Ezequiel es llevado al valle de huesos secos ya habían pasado tantos años que los esqueletos estaban apartados y todos loshuesos regados. Y luego le pregunta Dios: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?” (v.3a) El profeta no pudo decir otra cosa que:“Señor Jehová, tú lo sabes” (v.3b).En estas palabras se estáexaltando la soberanía de Dios. El profeta reconoce que Dios lo sabe todo, y que en Él está la potestad, si desea dar vida. Entonces vino respuesta de parte de Dios:“Profetizasobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oídpalabra de Jehová” (v.4).
 
Dios nos ha llevado a experiencias profundas y espirituales através de la Palabra y nos deja ver el panorama de muerte por todas partes yle dice a la Iglesia: “¿Vivirán estos huesos?” Nosotros como pueblo de Dios quehemos creído en Su soberanía podemos decir: ¡Sí vivirán! Por lo tanto, nuestraresponsabilidad es llevar el mensaje de vida, que cambia, transforma, liberta yrompe las cadenas a un mundo que se pierde.
 
Dios lleva al profeta a esta experiencia para que su mensaje sea más convincente. Cuando el comenzó a profetizarvio aquellos huesos unirse cada hueso con su hueso. Luego comenzaron a subir lostendones, la carne y piel los cubrió, ya no eran esqueletos sino cadáveres sobrela arena del desierto. Y luego profetizó al espíritu y entró espíritu de vidaen ellos y se levantaron, se pusieron en orden como un ejército. Note que diceque profetizó como le fue ordenado y nocomo le parecía, o creía. El mensaje no es conforme a los que creemos, pensamos, no a la imaginación; sino que hayque profetizar conforme al mensaje auténtico, genuino, verdadero, bíblico, con celo,unción y revelación.
 
Laverdadera Palabra es capaz de restaurar las vidas, rompe cadenas, producecambios, es la Palabra la que hace que el pecador vuelva a la vida. Es el Espíritude Dios el que entra a lo profundo de cada corazón y a la conciencia y lo levanta no importa hasta donde haya descendido y cual sea su condición.
 
Cuando el espíritu entró en esos huesos secos no se quedaron medios vivos, ni medios muertos. No, se levantaron vivos completamente,y estuvieron sobre sus pies como un ejército en marcha. Hay quienes siendo fornicarios, ladrones, adúlteros,mentirososy pecadores se atreven adecir que el Espíritu Santo ha venido a sus vidas y les ha bautizado. Cabeaclarar que cuando el Espíritu Santo de Dios viene lo primero que hace escambiar, transformar, saca la muerte, lo que queda es vida, por lo tanto ustedtiene que ser diferente porque se cumple la Palabra del Señorque dice:“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosasviejas pasaron; he aquí son todas hechas nuevas”(2Corintios 5:17).
 
Por eso debemos preocuparnos por la vida, por la unción del Espíritu Santo porque allí estála diferencia. El cristiano lleno del Espíritu Santo es diferente, se consagra,adora, levanta sus manos, ríos de agua vivía corren por su interior.
 
El puebloestaba en cautiverio y este mensaje del profeta era la esperanza, no todo estáperdido en medio de la ira hay misericordia. Dios quería llevarles a su tierra, hacerlosuna nación soberana. No permanecían cautivos en Babilonia porque allí lascadenas se iban a romper, y reedificarían las ruinas, la ciudad, el templo y la gloria de aquella casa sería mayor que laprimera.
 
Algunoshistoriadores señalan que la vida de los judíos allí en Babilonia era un cuadro muy triste. Estaban junto a los ríos de Babilonia y allí lloraban, una de las cosas que más torturó sus mentes y sus corazones eran los recuerdos de la gloria de Dios en Jerusalén. Dios utilizó elrecuerdo para que el pueblo volviera a desear aquellos días de gloria. Ellos lloraban y hasta colgaron sus instrumentos de música, estaban inactivosespiritualmente, pero había razones para sentirse tristes y sin gozo, no podían cantar, ni tocar los instrumentos; larazón principal era que estaban en tierra de extraños, era tierra decautiverio.Faraón pretendía que el pueblo de Israel ofreciera sacrificios a Jehová en Egipto poreso cuando Moisés le pidió que dejara ir al pueblo al desierto, él contestó,¿por qué ir tan lejos si aquí en Egipto se puede hacer los sacrificios?
 
A Satanás le incomoda queusted sea santo, que renuncie al pecado, que rompa con las amistades y con aquellascosas que le roban la comunión con Dios. Lo que no quiere el diablo es que usted tengavida. Desde luego que los que están muertos no son blancos de ataque de Satanás,esos no son de suinterés. Lo que le choca a Satanás y le da dolor es la santidad; cuando encuentra hombres y mujeres santos que no se doblegan ante sus exigencias, quese mantienen fieles y firmes; que pueden decir “preferimos morir antes queceder”.
 
Losbabilonios decían: “Canten algunos cánticos de Sion”. Elpueblo de Dios respondía: “no podemos cantar”. ¿Por qué no?  Si allí estaban las arpas y todo lo que necesitan.No podían porque faltaba lo principal, y esa era la libertad, y si no hay libertad no se puede cantar.Poreso usted en ocasiones viene al culto y aunque todo el pueblo se goza usted estácomo espectador, mirando de un lado a otro y hasta ha tratado de levantar lasmanos para adorar, pero no puede porque hay una cautividad en su corazón, notiene la libertad para alabar a Dios. Pero la Palabra desea darle vida, levantarlo y romper sus cadenas. Dios quiere un pueblo libre, Él desea darle vida, y que experimente la gloria de su poder.
 
Se necesita la libertad para poder alabar, y glorificar el nombre de Dios. ¿Por qué muchos no se sienten libres? Porque fueron llevados cautivos por su pecado, por su orgullo, su vanidad,egoísmo, por un pecado inconfeso que anidó en su corazón, porque aborrece aalguien, porque se ha enojado con su hermano y no le habla, siente envidia de ver cómo Dios le ha levantado y le prospera. Hay cosas que pueden estar afectandola comunión, y la relación con Dios, que pueden encadenarnos, llevándonos a unaprisión espiritual, y por eso no se puede alabar a Diosy darle la gloria debida a su nombre. Muchosvienen al templo y se quedan en el atrio y no pueden entrar al lugar santísimo porque para entrar hay que estar limpios de toda inmundicia, en comunióny armonía con las Sagradas Escrituras. Losque se quedan en el atrio hacen a Dios una oración de memoria, mecánica, por lo tanto no están adorando ni alabando aDios.
 
Tenemosmuchas razones para alabarle, Él nos ha salvado, nos ha sanado y bendecido; perotambién tenemos que adorarle y amarle con profundo amor, de corazón, estarenamorados de Dios para poder desear estar en el lugar santísimo y levantar las manosy adorarle en espíritu y en verdad. No por lo que Él nos ha dado sino por loque Él es. Éles Dios y nosotros sus criaturas por lo tanto le debemos adoración.
 
¿Qué le ha robado el fervor del comienzo de venir a darle gloria y alabanza a Dios? El libro de Isaías capítulo 52, verso 2, dice el Señor a Su pueblo, leemos:“Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén, sueltas las ataduras de tu cuello, cautiva hija deSion.” Note que Dios le dice al pueblo que se sacuda, que se levante, que se siente y suelte las ataduras. El Señor no dice le voy asoltar las ataduras, sino que da una orden “suelta las ataduras de tu cuello”, es usted que tiene que romper con esas ataduras, compromisos, y esas amistades que lo tienen atado, que no le dejan adorar a Dios. Es usted quien tiene que romper las ataduras.
 
Amado hermano, no se enamore haciendo yugo desigual no se deje llevar por emociones. Rompa con las cadenas para que quede libre y el espíritu sople de los cuatro vientos y le de nueva visión.
 
¿Quieres vida? Rompe las ataduras, rompe la máscara que tecolocas para venir al culto. Basta ya con la hipocresía religiosa, tenemos que volvernos a Dios y romper  las cadenas para que fluya su gloria y nossantifique. Él quiere una renuncia total, separación total del mundo para que lagloria de Dios descienda sobre su vida. Dios le bendiga.

Fuente:impactoevangelistico.net

lunes, 13 de agosto de 2012

Hombres de oración

Hombres de oración
Yo juzgo que mi oración es más poderosa que Satanás; si no fuera así, Lutero habría sido tratado de una manera muy diferente hace mucho tiempo. Sin embargo, los hombres no verán ni reconocerán las grandes maravillas o milagros que Dios efectúa en mi favor. Si abandonara la oración por un solo día, perdería una gran parte del fuego de la fe.
 
Antes de Pentecostés los apóstoles tuvieron solamente vislumbres de la importancia de la oración. Pero el Espíritu que descendió y los llenó en Pentecostés eleva la oración a su posición vital y decisiva en el Evangelio de Cristo. El llamamiento a la oración a todos los fieles constituye la demanda más alta y exigente del Espíritu. La piedad de los santos se refina y perfecciona por la oración. El Evangelio marcha con pasos tardos y tímidos cuando los santos no hacen largas oraciones temprano en el día.
 
¿Dónde están los líderes cristianos que pueden poner a orar a los santos modernos y enseñarles esta devoción? ¿Nos hemos dado cuenta de que estamos levantando una colección de santos sin oración? ¿Dónde están los líderes apostólicos que pueden poner a orar al pueblo de Dios? Que pasen al frente y hagan el trabajo, será la obra más grande que puedan realizar. Un aumento de facilidades educativas y de recursos pecuniarios sería la maldición más terrible si estos elementos no estuvieren santificados por oraciones más fervorosas y frecuentes. Pero una devoción profunda no vendrá como algo natural. La campaña para los fondos del siglo veinte o treinta no beneficiará sino dificultará nuestras oraciones si no somos cuidadosos. Sólo producirá efecto una acción específica y bien dirigida.
 
Los miembros más distinguidos deben guiar en el esfuerzo apostólico de radicar la importancia vital y el hecho de la oración en el corazón y vida de la Iglesia. Únicamente los líderes que oran pueden tener seguidores en la oración. Los líderes que oran producirán santos que oren. Un púlpito que ora dará por resultado una congregación que ore. Necesitamos grandemente de alguien que ponga a los santos en la tarea de orar. No somos una generación de santos que oran. Los santos que no eran son un grupo mendicante que no tiene ni el ardor, ni la belleza, ni el poder de los santos. ¿Quién restaurará esta brecha? Será el más grande de los reformadores y apóstoles el que ponga a la Iglesia a orar.
 
Consideramos como nuestro juicio más sobrio que la gran necesidad de la Iglesia en ésta y en todas las épocas es de hombres de una fe avasalladora, una santidad sin mancha, un marcado vigor espiritual y un celo consumidor; que sus oraciones, fe, vida y ministerio sean de una forma tan radical y agresiva que efectúen revoluciones espirituales que hagan época en la vida individual y de la Iglesia.
 
No queremos decir hombres que causen sensación con sus planes novedosos, o que atraigan con agradables entretenimientos; sino hombres que produzcan movimiento y conmoción por la predicación de la Palabra de Dios y por el poder del Espíritu Santo, una revolución que cambie todo el curso de las cosas.
 
La habilidad natural y las ventajas de la educación no figuran como factores en este asunto, sino la capacidad por la fe, la habilidad para orar, el poder de una consagración completa, la aptitud para ser humilde, una absoluta rendición del yo para la gloria de Dios y un anhelo constante e insaciable de buscar toda la plenitud de Dios, hombres que puedan encender a la Iglesia en fervor a Dios; no de una manera ruidosa y con ostentación, sino con un fuego quieto que derrita y mueve todo hacia Dios.
 
Dios puede hacer maravillas con el hombre a propósito. Los hombres pueden hacer milagros si llegan a consentir que Dios los dirija. La investidura plena del espíritu que transformó al mundo sería eminentemente útil en estos días. La necesidad universal de la Iglesia es de hombres que puedan agitar poderosamente para Dios todo lo que les rodea, cuyas revoluciones espirituales cambien todo el aspecto de las cosas.
 
La Iglesia nunca ha marchado sin estos hombres, ellos adornan a su historia; son los milagros permanentes de la divinidad de la Iglesia; su ejemplo y hechos son de inspiración y bendición incesante. Nuestra oración ha de ser porque aumentan en número y poder. Lo que ha sido hecho en asuntos espirituales puede verificarse otra vez y en condiciones mejores. Esta era la opinión de Cristo. Él dijo: "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará; porque yo voy al Padre." El pasado no ha limitado las posibilidades ni las demandas para hacer grandes cosas por Dios.
 
La Iglesia que se atiene únicamente a su historia pasada para sus milagros de poder y gracia es una Iglesia caída.
 
Dios quiere hombres elegidos, hombres para quienes el yo y el mundo han desaparecido por una severa crucifixión, por una bancarrota que ha arruinado tan totalmente al yo y al mundo que no hay ni esperanza ni deseo de recuperarlos; hombres que por esta crucifixión se han vuelto hacia Dios con corazón perfecto.
 
Oremos ardientemente para que la promesa que Dios ha hecho a la oración se realice más allá de lo que imaginamos.

Fuente:impactoevangelistico.net

En el Principio

En el Principio
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.–Génesis 1:1.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. – Juan 1:1.
 
En el principio creó Dios…Con estas majestuosas palabras empieza el libro de la revelación divina, la Biblia, la Palabra de Dios.
 
Dios está en el comienzo de todo. Empieza la creación como una clara demostración de su gloria y de su poder soberano. Empieza la historia del hombre mediante la creación. A pesar de lo que algunos dicen, el hombre no es el producto de una lenta evolución. Es una criatura especial. Dios marcó a esta criatura con su sello, dotándola de un espíritu que tiene la capacidad de ponerse en contacto con él.
 
Aún hoy él quiere iniciar una relación con usted… Desea comenzar una nueva vida en usted, para conducirle por un nuevo camino hacia una nueva meta.
 
En el principio Dios… Esto también debería escribirse con letras mayúsculas en mi vida y en la suya. ¿Está el Señor en el principio de mis reflexiones, de mis decisiones, en el principio de mis hechos y en el principio de cada una de mis jornadas? Antes de cualquier actividad, dirigirme a él en oración y escuchar su Palabra es considerarle como aquel a quien pertenecen mi tiempo y mi vida, y a quien alguna vez tendré que rendir cuenta. Para vivir así se necesita “la sabiduría que es de lo alto” (Santiago 3:17).
 
La Escritura nos dice varias veces: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Salmo 111:10; Proverbios 1:7; 9:10).
 
Fuente:Amen-amen.net

viernes, 10 de agosto de 2012

Dios Habla


Dios Habla
Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos. –Salmo 33:6.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo. –Hebreos 1:1-2.
 
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Él los creó por su Palabra. “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”. “Dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas”… “Dios dijo… Dios dijo…”. Y todo ocurrió como él lo dijo. Entonces la naturaleza creada por la palabra de Dios da un mensaje a cada uno: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmo 19:1).
 
Más allá de la creación, prosiguiendo con su objetivo de revelarse, Dios habló nuevamente. Habló a Adán en el huerto de Edén. Habló a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés… habló a Israel, su pueblo elegido, por medio de profetas. Inspirados por el Espíritu de Dios, ellos revelaron a sus contemporáneos el sentido de los acontecimientos que atravesaban. Sin duda ellos hablaban conforme a su temperamento, a su cultura, a su experiencia personal de la vida, pero detrás de esto era Dios mismo quien hablaba por medio de ellos.
 
El mensaje central de los profetas del Antiguo Testamento que sostenía la fe de los creyentes de entonces, que santificaba su gozo y avivaba su esperanza, era que el Mesías debía venir. “Y vino” (Efesios 2:17). Jesús, el Hijo unigénito de Dios, vino al mundo. Por él Dios nos habló, no sólo como el Dios creador o el Dios que se revela, sino como el Dios que ama y se da. El Dios que nos busca… aún hoy.
 
Fuente:amen-amen.net