Generalmente los hombres impíos aman más las tinieblas quela luz y no
vienen a la luz para que sus obras no sean reprendidas; muchosprefieren
creer a la mentira más que a la verdad (Juan 3:19-21). Lamentablemente
esa mismasituación estaba imperando en el pueblo de Israel.
El profeta Jeremías y otros profetas hablaron verdadal pueblo, pero
ellos no quisieron creer. Hasta el profeta llegó a pensar que leera una
afrenta hablar de parte de Dios. Sin embargo, los falsos profetas
lehacían ofrecimiento,al pueblo,y les resultaba más fácil creer que las
naciones vecinasestaban para ayudarlos y ampararlos. Le era más fácil
creer tal cosa que la Palabra de Dios.El profeta Jeremías, lesamonestaba
que si no seapartaban de su mal camino vendría el juicio y precisamente
de parte de las nacionesvecinas.
Ese juicio llegó, vino el cautiverio, Nabucodonosorsitió la ciudad y el
templo. La mayoría de ellos fueron cautivos, otros murierony quedóun
remanente muy pequeño. Después de un juicio tan desbastador como elque
les sobrevino y el tiempo que llevaban cautivos era de esperarse que
susesperanzas humanas fallecieran, no había manera de salir de Babilonia
yregresar de nuevo a su tierra.
Cuántas veces quizás oraron a Dios y pidieron suayuda para salir de
aquel cautiverio, pero era como si Dios no les escuchara porqueno había
respuesta alguna. Lo que había en sus mentes y corazones era
queseguirían cautivos y que nunca más volverían a disfrutar de la
libertad que undía tuvieron.
Recuerde que Jerusalén fue llamada “la señora deprovincias”, “la grande
entre las naciones”, era una ciudad de gloria, pero se descuidaron y
ahoravinieron a ser siervos, esclavos, de manera que fueron tratados de
una formasevera, terrible e inhumana (Lamentaciones 1:1).Por ello sus
esperanzas habían muerto. En el Salmo85 el pueblo oraba:“Restáuranos, oh
Dios de nuestra salvación, y haz cesar tuira sobre
nosotros”(v.4).Realmente se sentían muertos, destruidos, arruinados y
sin esperanzas. Y en su oración ellos se preguntaban:“¿Estarás enojado
contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en
generación? ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije
en ti?” (vv.5, 6).
El pueblo reconoce que la única manera queel hombre puede estar gozoso
es a través de la experiencia, del encuentro, deltoque de parte de Dios.
Cuando Dios toca a una persona, no importa en lascondiciones que se
encuentre, Dios lo cambia. La Sagradas Escrituras nos hablan de aquella
mujer que vivía en Naín, ellavenía llorando, con dolor en sucorazón,
porque llevaba a enterrar a su hijo;pero Cristo acercándose, tocó el
féretro y, le ordenó al muchacho que selevantara y entonces el joven se
incorporó, pasó de la muerte a la vida (Lucas 7:11-17). Cuando Cristo
tocaimparte vida porque Él es el único que puede sacarnos de la muerte a
la vida.
Yaquellos Israelitas decían:“¿No volverás a darnos vida, para que tu
pueblo se regocije en ti?”(Salmo 85:6).La única manera de tener gozo es
con la presencia de Dios, consu comunión. Cuando el hombre pierde la
comunión con Dios pierde la paz,entonces entra en una
depresión.Cuandotrata de salir y solucionar los problemas de su espíritu
y su alma consus propias fuerzas, a través del licor, la droga y otros
vicios, se destruye. Pero cuando el Señor toca, las cosas cambian,
noimporte que esté muerto Dios le dala vida, porque Él es la vida. Con
un toquedel Señorse rompen las cadenas, la muerte, el vicio, el pecado y
todo aquello que elmundo ofrece quedandeshechos por Su mano
poderosa;con el toque del Señor los corazones quedan libres.
“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y
me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos… y por cierto
secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y
dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre
estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho
Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en
vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir
sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros
espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues… y he
aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por
encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al
espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro
vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me
había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre
sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre,
todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen:
Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del
todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir
de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel...” Ezequiel
37:1-14
El capítulo 37 de Ezequiel se refiere al restablecimiento físico
yespiritualidad de Judá. Nos proporciona una buena ilustración de lo que
será el avivamientoque tendrá lugar en la Iglesia del Señor. ¿No se ha
preguntado usted por quéDios no llevó al profeta a un templo, o a un
jardín, o a otro lugar diferente? Se lo llevó aun cementerio para darle
un mensaje, a un lugar solitario, desierto, donde soloyacían huesos
humanos esparcidos por todo el valle. El profeta cuando vio
aquelpanorama quizás deseó regresar inmediatamente, pero estaba de la
mano delSeñor porque el Espíritu de Dios lo había llevado para darle un
mensaje, paraque entendiera plenamente la condición del pueblo. Tal vez
veía al pueblo en cautiverio,pero lo veía con vida. Jamás se pudo
imaginar hasta dónde ese pueblo habíadescendido, espiritualmente, estaba
muerto.
La Biblia dice que lo llevó a “un valleque estaba lleno dehuesos
secos…y por cierto secos en gran manera.”(vv.1, 2).Porque si lo lleva a
un lugar donde haycuerpos acabados de morir, relativamente frescos y que
no han llegado al estadode descomposición se podía albergar un poco de
esperanza en cuanto a vida serefiere.
Cuando Ezequiel es llevado al valle de huesos secos ya habían pasado
tantos años que los esqueletos estaban apartados y todos loshuesos
regados. Y luego le pregunta Dios: “Hijo de hombre, ¿vivirán estos
huesos?” (v.3a) El profeta no pudo decir otra cosa que:“Señor Jehová, tú
lo sabes” (v.3b).En estas palabras se estáexaltando la soberanía de
Dios. El profeta reconoce que Dios lo sabe todo, y que en Él está la
potestad, si desea dar vida. Entonces vino respuesta de parte de
Dios:“Profetizasobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oídpalabra de
Jehová” (v.4).
Dios nos ha llevado a experiencias profundas y espirituales através de
la Palabra y nos deja ver el panorama de muerte por todas partes yle
dice a la Iglesia: “¿Vivirán estos huesos?” Nosotros como pueblo de Dios
quehemos creído en Su soberanía podemos decir: ¡Sí vivirán! Por lo
tanto, nuestraresponsabilidad es llevar el mensaje de vida, que cambia,
transforma, liberta yrompe las cadenas a un mundo que se pierde.
Dios lleva al profeta a esta experiencia para que su mensaje sea más
convincente. Cuando el comenzó a profetizarvio aquellos huesos unirse
cada hueso con su hueso. Luego comenzaron a subir lostendones, la carne y
piel los cubrió, ya no eran esqueletos sino cadáveres sobrela arena del
desierto. Y luego profetizó al espíritu y entró espíritu de vidaen
ellos y se levantaron, se pusieron en orden como un ejército. Note que
diceque profetizó como le fue ordenado y nocomo le parecía, o creía. El
mensaje no es conforme a los que creemos, pensamos, no a la imaginación;
sino que hayque profetizar conforme al mensaje auténtico, genuino,
verdadero, bíblico, con celo,unción y revelación.
Laverdadera Palabra es capaz de restaurar las vidas, rompe cadenas,
producecambios, es la Palabra la que hace que el pecador vuelva a la
vida. Es el Espíritude Dios el que entra a lo profundo de cada corazón y
a la conciencia y lo levanta no importa hasta donde haya descendido y
cual sea su condición.
Cuando el espíritu entró en esos huesos secos no se quedaron medios
vivos, ni medios muertos. No, se levantaron vivos completamente,y
estuvieron sobre sus pies como un ejército en marcha. Hay quienes siendo
fornicarios, ladrones, adúlteros,mentirososy pecadores se atreven
adecir que el Espíritu Santo ha venido a sus vidas y les ha bautizado.
Cabeaclarar que cuando el Espíritu Santo de Dios viene lo primero que
hace escambiar, transformar, saca la muerte, lo que queda es vida, por
lo tanto ustedtiene que ser diferente porque se cumple la Palabra del
Señorque dice:“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosasviejas pasaron; he aquí son todas hechas nuevas”(2Corintios
5:17).
Por eso debemos preocuparnos por la vida, por la unción del Espíritu
Santo porque allí estála diferencia. El cristiano lleno del Espíritu
Santo es diferente, se consagra,adora, levanta sus manos, ríos de agua
vivía corren por su interior.
El puebloestaba en cautiverio y este mensaje del profeta era la
esperanza, no todo estáperdido en medio de la ira hay misericordia. Dios
quería llevarles a su tierra, hacerlosuna nación soberana. No
permanecían cautivos en Babilonia porque allí lascadenas se iban a
romper, y reedificarían las ruinas, la ciudad, el templo y la gloria de
aquella casa sería mayor que laprimera.
Algunoshistoriadores señalan que la vida de los judíos allí en
Babilonia era un cuadro muy triste. Estaban junto a los ríos de
Babilonia y allí lloraban, una de las cosas que más torturó sus mentes y
sus corazones eran los recuerdos de la gloria de Dios en Jerusalén.
Dios utilizó elrecuerdo para que el pueblo volviera a desear aquellos
días de gloria. Ellos lloraban y hasta colgaron sus instrumentos de
música, estaban inactivosespiritualmente, pero había razones para
sentirse tristes y sin gozo, no podían cantar, ni tocar los
instrumentos; larazón principal era que estaban en tierra de extraños,
era tierra decautiverio.Faraón pretendía que el pueblo de Israel
ofreciera sacrificios a Jehová en Egipto poreso cuando Moisés le pidió
que dejara ir al pueblo al desierto, él contestó,¿por qué ir tan lejos
si aquí en Egipto se puede hacer los sacrificios?
A Satanás le incomoda queusted sea santo, que renuncie al pecado, que
rompa con las amistades y con aquellascosas que le roban la comunión con
Dios. Lo que no quiere el diablo es que usted tengavida. Desde luego
que los que están muertos no son blancos de ataque de Satanás,esos no
son de suinterés. Lo que le choca a Satanás y le da dolor es la
santidad; cuando encuentra hombres y mujeres santos que no se doblegan
ante sus exigencias, quese mantienen fieles y firmes; que pueden decir
“preferimos morir antes queceder”.
Losbabilonios decían: “Canten algunos cánticos de Sion”. Elpueblo de
Dios respondía: “no podemos cantar”. ¿Por qué no? Si allí estaban las
arpas y todo lo que necesitan.No podían porque faltaba lo principal, y
esa era la libertad, y si no hay libertad no se puede cantar.Poreso
usted en ocasiones viene al culto y aunque todo el pueblo se goza usted
estácomo espectador, mirando de un lado a otro y hasta ha tratado de
levantar lasmanos para adorar, pero no puede porque hay una cautividad
en su corazón, notiene la libertad para alabar a Dios. Pero la Palabra
desea darle vida, levantarlo y romper sus cadenas. Dios quiere un pueblo
libre, Él desea darle vida, y que experimente la gloria de su poder.
Se necesita la libertad para poder alabar, y glorificar el nombre de
Dios. ¿Por qué muchos no se sienten libres? Porque fueron llevados
cautivos por su pecado, por su orgullo, su vanidad,egoísmo, por un
pecado inconfeso que anidó en su corazón, porque aborrece aalguien,
porque se ha enojado con su hermano y no le habla, siente envidia de ver
cómo Dios le ha levantado y le prospera. Hay cosas que pueden estar
afectandola comunión, y la relación con Dios, que pueden encadenarnos,
llevándonos a unaprisión espiritual, y por eso no se puede alabar a
Diosy darle la gloria debida a su nombre. Muchosvienen al templo y se
quedan en el atrio y no pueden entrar al lugar santísimo porque para
entrar hay que estar limpios de toda inmundicia, en comunióny armonía
con las Sagradas Escrituras. Losque se quedan en el atrio hacen a Dios
una oración de memoria, mecánica, por lo tanto no están adorando ni
alabando aDios.
Tenemosmuchas razones para alabarle, Él nos ha salvado, nos ha sanado y
bendecido; perotambién tenemos que adorarle y amarle con profundo amor,
de corazón, estarenamorados de Dios para poder desear estar en el lugar
santísimo y levantar las manosy adorarle en espíritu y en verdad. No
por lo que Él nos ha dado sino por loque Él es. Éles Dios y nosotros sus
criaturas por lo tanto le debemos adoración.
¿Qué le ha robado el fervor del comienzo de venir a darle gloria y
alabanza a Dios? El libro de Isaías capítulo 52, verso 2, dice el Señor a
Su pueblo, leemos:“Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén,
sueltas las ataduras de tu cuello, cautiva hija deSion.” Note que Dios
le dice al pueblo que se sacuda, que se levante, que se siente y suelte
las ataduras. El Señor no dice le voy asoltar las ataduras, sino que da
una orden “suelta las ataduras de tu cuello”, es usted que tiene que
romper con esas ataduras, compromisos, y esas amistades que lo tienen
atado, que no le dejan adorar a Dios. Es usted quien tiene que romper
las ataduras.
Amado hermano, no se enamore haciendo yugo desigual no se deje llevar
por emociones. Rompa con las cadenas para que quede libre y el espíritu
sople de los cuatro vientos y le de nueva visión.
¿Quieres vida? Rompe las ataduras, rompe la máscara que tecolocas para
venir al culto. Basta ya con la hipocresía religiosa, tenemos que
volvernos a Dios y romper las cadenas para que fluya su gloria y
nossantifique. Él quiere una renuncia total, separación total del mundo
para que lagloria de Dios descienda sobre su vida. Dios le bendiga.
Fuente:impactoevangelistico.net