Rev. Luis M. Ortiz
La respuesta es firme y categórica: ¡Sí puede! ¿Cómo puede hacerlo, siguiendo qué plan, o usando qué método?
A lo largo de la historia de la Iglesia se han seguido muchos planes,
se han usado muchos métodos. Sin embargo, el mundo no ha sido
evangelizado. Pero hay un plan único que es el que realmente produce los
mejores resultados, los resultados anhelados y permanentes; no hay otro
plan tan efectivo, tan eficaz, tan extraordinario que el plan
recomendado por nuestro Señor Jesucristo en el libro de los Hechos 1:8,
que dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” La
Iglesia al principio no se lanzó a la evangelización del mundo sin antes
seguir al pie de la letra el plan ordenado por Cristo.
Y se quedaron en Jerusalén hasta que fueron investidos del poder de lo
alto, y cuando recibieron esta envestidura del poder del Espíritu Santo
comenzaron a ser testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y
hasta lo último de la tierra. Y fue precisamente por esta investidura de
poder en la Iglesia apostólica que en el libro de los Hechos hallamos
una corriente interminable de milagros y maravillas que respaldaban e
impulsaban eficazmente la evangelización del mundo.
Y fue precisamente por esta investidura de poder que esta poderosa
Iglesia durante los treinta y dos años que transcurrieron, desde el día
de Pentecostés hasta que finaliza el libro de los Hechos, evangelizó a
casi todo el mundo conocido. En Hechos 19:10 leemos: “de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor Jesús.” También dice en Colosenses 1:5-6 leemos: “cual ya habéis oído por la Palabra verdadera del Evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo”.
El propósito fundamental y casi único de recibir esta investidura de
poder del Espíritu Santo es para hacerse testigos eficaces de la Venida
del Señor y de Su Evangelio; dicho de otro modo no se puede ser un
testigo verdadero y eficaz del Evangelio sin la investidura de poder de
lo alto. Tampoco habrá verdadera y completa evangelización del mundo sin
la plenitud y el poder del Espíritu Santo.
Hablando de la total evangelización del mundo y de la participación de
sus verdaderos testigos llenos del poder del Espíritu Santo, Jesús dice:
“Y será predicado este Evangelio… para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
(Mateo 24:14). Se destaca en este versículo una vez más que el mundo
será totalmente evangelizado para testimonio, esto es por los verdaderos
testigos llenos del poder del Espíritu Santo. Un testigo del Señor
tiene que testificar, tiene que hablar y debe hacerlo lleno del Espíritu
Santo; si habla sin el poder, sin la investidura, sin la potestad del
Espíritu Santo, su testimonio, sus palabras son vacías y sin fruto; y
desde luego no es un verdadero testigo de Jesucristo.
Por esto San Pablo que podía usar métodos distintos para evangelizar,
que podía recurrir a muchos recursos humanos, que podía impresionar con
su sabiduría humana, con su amplísima cultura y con sus doctorados; que
podía montar buenos espectáculos, dramas y comedias; que en muchas
ciudades podía intervenir exitosamente en la política, y salir electo
alcalde, y buscarle empleo a los cristianos;que con su preparación
académica podía fundar universidades para doctorar a los pastores; o
podía tomar a su ayudante el médico Lucas, y podía establecer
dispensarios, policlínicos y hospitales para los pobres, etc. Pero este
gran paladín del Evangelio nada de esto hizo, aunque tenía la capacidad
para hacerlo, mas él se dio cuenta que para evangelizar al mundo, para
ganar almas para Cristo, tenía que ser por el testimonio, por la
predicación ungida por el Espíritu Santo.
Pablo escribe a los corintios de la siguiente manera: “Así
que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de
Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse
no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y
temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para
que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en
el poder de Dios.” (1 Corintios 2:1-5). “Y
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual
también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino
con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:12-14).
De manera amados, que como único la Iglesia puede evangelizar a todo el
mundo en nuestros días es por el poder, la plenitud, la unción, la
potencia, la investidura, el bautismo del Espíritu Santo; ese es el
único método bíblico y eficaz, de esto se están dando cuenta muchos
líderes evangélicos y muchas iglesias, y están buscando y recibiendo
este poder de Pentecostés. Amados, positivamente como único, la Iglesia
puede hoy evangelizar a todo el mundo es con el poder y el fuego del
Espíritu Santo. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6).
Si no lo ha recibido es para usted, pues, el apóstol Pedro dice: “Porque
para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hechos
2:39). Si ya lo recibió debe mantenerse lleno del Espíritu Santo y debe
actuar como un fiel testigo de Cristo evangelizando y ganando almas
para el reino de los cielos.
Amigo, si no se ha rendido al Señor puede y debe hacerlo en este
instante y el Señor le va a salvar, le va perdonar de sus pecados y aun
le puede bautizar con el Espíritu Santo, pues, dice la Biblia: “Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón
de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38). Amén.
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