La precisión de tales profecías nos demuestra que existen una mente y
un poder que van más allá de la mente humana. Por eso podemos, y
debemos, creer en la profecía bíblica.
¿Qué podría ser más asombroso que leer predicciones precisas acerca de
los sucesos de la vida de una persona cientos de años antes de su
nacimiento? Esto sería un claro indicio de la inspiración divina y de la
intervención de Dios, ¿o no?
En el Antiguo Testamento hay muchas profecías de este tipo, entre las
cuales podemos encontrar hasta detalles ínfimos de la vida de Jesús de
Nazaret. La precisión de tales profecías nos demuestra que existen una
mente y un poder que van más allá de la mente humana. Por eso podemos —y
debemos— creer en la profecía bíblica.
En Salmos 89:3-4 se profetizó que Jesús sería un descendiente del rey
David: “Hice pacto con mi escogido; juré a David mi siervo, diciendo:
Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas
las generaciones”. De una forma similar, Isaías 11:1 profetiza: “Saldrá
una vara del tronco de Isaí (padre de David), y un vástago retoñará de
sus raíces.” Las genealogías de Jesús que aparecen en Mateo 1 y Lucas 3
comprueban que estas profecías se cumplieron.
Dios inspiró a Isaías para que nos dijera que Jesús nacería de una
virgen: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen
concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías
7:14; confirmada en Mateo 1:18-23).
El nacimiento de Jesús en Belén también fue anunciado de antemano:
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá,
de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el
principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2; confirmada en
Mateo 2:1, 5-6).
Específicamente, Jesús viviría en Galilea (Isaías 9:1-2) y en Nazaret:
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal
como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la
primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin
llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en
Galilea de los gentiles” (Isaías 9:1). Mateo verifica que esta profecía
se cumplió (Mateo 4:12-16).
Jesús sería anunciado por un heraldo semejante a Elías, Juan el
Bautista: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová;
enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y
bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se
allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la
verá; porque la boca de Jehová ha hablado” (Isaías 40:3-5). Nuevamente,
Mateo confirma el cumplimiento de esta profecía (Mateo 3:1-3).
La misión de Jesús incluiría a los gentiles: “He aquí mi siervo, yo le
sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto
sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42:1).
Mateo reconoció el cumplimiento de esta profecía: “He aquí mi siervo, a
quien he escogido; mi Amado, en quien se agrada mi alma; pondré mi
Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio… Y en su nombre
esperarán los gentiles” (Mateo 12:18, 21).
Otras profecías importantes que detallaron la vida y el sacrificio de
Jesucristo, también fueron escritas cientos de años antes de que
ocurrieran: un amigo de Jesús lo iba a entregar (Salmos 41:9; Mateo
26:14-16); Jesús moriría como si fuera un criminal (Isaías 53:9, 12;
Marcos 15:27-28); un hombre rico lo sepultaría en su propia tumba
(Isaías 53:9; Mateo 27:57-60).
Ni uno solo de sus huesos sería fracturado (Salmos 34:20; Juan
19:32-36). Los soldados echarían suertes sobre su ropa (Salmos 22:18;
Juan 19:24). El costado de Jesús sería traspasado (Zacarías 12:10; Juan
19:34-37).
Todas estas profecías acerca de la vida, sacrificio y muerte de nuestro
Salvador fueron escritas con cientos de años de anticipación. No cabe
duda de que podemos creer en la validez de la profecía bíblica, porque
Aquel que profetizó todos estos sucesos tiene el poder de hacer que se
cumplan hasta en sus más mínimos detalles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario