viernes, 30 de diciembre de 2011

Testimonio: Una mujer llamada milagro



Desahuciada por la ciencia, Raquel Barreda Valdivia de Meza venció al cáncer y la muerte amparada en la Palabra de Dios. Su encuentro con el Señor no solo salvó su cuerpo, sino también su alma. Desde hace 25 años es la testificación que para el Todopoderoso nada es imposible.
De perfil bajo, piel blanca, cabellos canos y sonrisa amplia, ella no tiene temor de traspasar la línea del anonimato para testimoniar a favor de la gloria del Todopoderoso y servir como prueba viviente de la autoridad y poderío de Jesucristo.

Vive en las afueras de la ciudad de Arequipa, ubicada a 2,200 m.s.n.m., al pie del volcán Misti y a 1,030 kilómetros de la urbe de Lima, la capital del Perú. Desde allí puede demostrar que el Señor siempre provee el camino a la salvación a todo aquel que cree en su gracia y poder.

A Raquel Barreda un minúsculo granito, en su párpado izquierdo, le cambió la vida en el año 1966 mientras estudiaba educación en la Universidad Nacional San Agustín. En realidad, aquel barrito fue el punto de partida de un largo padecimiento de 18 años que la colocó en la antesala de la defunción debido al desarrollo de un tumor maligno que se expandió en gran parte de su rostro. Ella, quien era pagana, vanidosa y adoraba diversas imágenes sin resultado alguno, se remonta a ese tiempo y expresa que: “nunca me imaginé que una simple espinilla me iba a poner al borde de la muerte. Sin embargo, yo estaba fuera de los caminos de Dios y desconocía la verdad del Evangelio. Vivía en el pecado”.

Treinta y cinco años después, la hermana Barreda, acompañada por su esposo, el pastor Clemente Meza Quiroz, tampoco deja de repasar todos los sufrimientos que debió atravesar obligada por las circunstancias. Cómodamente instalada en el patio de su domicilio, junto a Duque, Linda y Junior, tres bellos perros afganos, recorre esos pasajes inusuales de su existencia y manifiesta que: “todo fue que me rasqué el barrito y allí empezó mi calvario. Primero se puso rojo y luego se formó una llaga. Allí fue que empecé a usar lentes grandes y oscuros de forma permanente para cubrir la herida que se había formado y así, con ese problema encima, fue como me conoció mi marido. Desafortunadamente, jamás tuve la dicha de llevar una vida normal por culpa de esta situación”.

Sin embargo, y más allá del problema cutáneo, Raquel también fue protagonista de un matrimonio plagado de disgustos, producidos entre otras razones por su carácter explosivo, que la tuvieron siempre al borde de la separación. Fue en esas circunstancias que en 1984, después de 11 años de unión conyugal, con 3 hijos a cuestas y tras transitar los caminos mundanales, su salud tocó fondo y fue traslada de urgencia a Lima, desde Arequipa, una de las ciudades peruanas con mayor índice de radiación ultravioleta. En su opinión, aquello fue: “brutal. Acababa de tener a mi última hija y en mi ciudad me detectaron un cáncer de piel maligno y agresivo. Junto a mi hermano Sabino Barreda, que es médico, viajamos a la capital de inmediato”.

Internada en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), más cerca de la muerte que la vida, la mujer de esta historia, nacida el 29 de noviembre de 1948, recuerda que dentro de las instalaciones conoció la palabra del Creador de boca del Pastor Rodolfo González y “encontró la luz en medio de las tinieblas”. Según Raquel, el acontecimiento se produjo “un día antes de la operación a la que iba a ser sometida”, cuando llegó al nosocomio una sobrina suya, que conocía el Evangelio. Ella estaba acompañada del Rev. Rodolfo González.

Entonces le habló de Dios y de los pecados que había cometido y de la obligación de pedirle perdón al Altísimo para salvar su vida. Su arrepentimiento no tardó en aparecer y llegaría en el momento preciso.

Salvada por Dios en el último aliento de su vida, con una conversión real y la promesa de servir a Jesús por el resto de sus días, Raquel Barreda terminó a las semanas saliendo de alta del INEN. En vísperas de la navidad de 1984 buscó concretar su entrega al Omnipotente tras haber recuperado la salud ante la sorpresa de la ciencia misma.

Primero acudió a la Iglesia del Movimiento Misionero Mundial en el distrito limeño de La Victoria y posteriormente, una vez de retorno a Arequipa, se unió a la sede de la congregación. Después en 1986, y ya con su matrimonio y salud plenamente restablecidos gracias a la magnificencia de Dios, se bautizó junto a su esposo y consagró su vida al Evangelio.

Raquel ni se lo imaginaba, ni se lo planteaba, pero su fe inmensa, robustecida por la de su cónyuge, permitió que en 1989 tomara la conducción del templo del M.M.M. en la zona de Ciudad de Dios, en el cono norte de Arequipa. Ahora, 11 años después, menciona que la misión encomendada fue “determinante para mi familia y para mí. Hemos sido testigos de excepción del poder de Dios. A través de la prédica del Evangelio pudimos apreciar, a lo largo de todos estos años, cómo la gente del lugar ha transformado sus vidas. Son muchos los hogares que ahora tienen a Cristo como su salvador y eso es una inmensa alegría para todos en casa”.

No hace falta ser erudito ni saber de doctrina cristiana para darse cuenta que en la vida de la hermana Raquel Barreda Valdivia de Meza, en la actualidad sin rastro del temible cáncer, se sintetiza un suceso inexplicable, extraordinario y maravilloso únicamente ligado al Señor. Una inmensidad de agradecimiento, tres hijos cercanos a Dios (Luis, Juan y Raquel), los dos últimos creyentes en el Evangelio, fidelidad al Creador y un par de existencias consagradas a la evangelización, dan fe de que solo Jesucristo es capaz de lograr lo imposible. Sobre esa convicción, la hermana Raquel construye el epílogo de este testimonio: “Estoy muy agradecida con el Señor por haberme salvado la vida, perdonado mis pecados, restaurado la unión de mi familia y permitirme trabajar en su Obra. Todo aquel que crea en Él será salvado y redimido. Yo doy fe de eso”.

¿QUÉ ES EL CÁNCER A LA PIEL?
El cáncer de piel es una enfermedad producida por el desarrollo de células cancerosas en cualquiera de las capas de la piel. Existen dos clases: el tipo no melanoma y el melanoma. El no melanoma es el más frecuente y se denomina así porque se forma a partir de otras células de la piel que no son las que acumulan el pigmento. Dentro de esta variedad se encuentran todos los cánceres de piel menos el melanoma maligno que es poco habitual y más mortal. El cáncer de piel se reporta en las personas de tez blanca, expuestas a los rayos solares, especialmente durante la infancia. Aunque puede producirse en cualquier parte de la piel, es más usual que se presente en las zonas de la cara, cuello, manos y brazos. Este cáncer resulta el más recurrente y se calcula que se diagnostican anualmente dos millones de casos nuevos en el mundo.

RAYOS PELIGROSOS
Arequipa, la segunda ciudad más poblada del Perú, registró niveles muy altos de radiación ultravioleta, producida por los rayos solares, a lo largo de los tres primeros meses del año, según datos oficiales proporcionados por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi). La ciudad presentó valores de índice UV que oscilaron entre 12 y 15, escala considerada de riesgo para la salud de las personas. Senamhi y el gobierno regional local se esmeraron en concientizar a la población en el uso de protectores solares además de sombreros, gorros, sombrillas y lentes de sol, cuyos cristales absorban la radiación.

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