Rev. José A. Soto
Dios nos ha llamado a grandes empresas, nos ha llamado a conquistar
gigantes. Cuando los problemas se ven grandes,a Dios lo vemos chiquito;
pero en realidad Él es grande.
“Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró
aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los
hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la
tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos
trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y
nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Y
decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto…
Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová
se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel, y
Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta
cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de
ellos?” Números 14:1-11.
En el Medio Oriente se conoce como langosta a un insecto, caracterizado
por su gran facilidad para migrar de un sitio a otro y, en determinadas
circunstancias, reproducirse muy rápidamente llegando a formar
devastadoras plagas capaces de acabar con la vegetación de grandes
extensiones de terreno; pero es insignificante, nadie quisiera
compararse con un insecto, pero vamos a ver por qué el título tiene esta
pregunta: ¿Eres un vencedor de gigantes o una langosta?
Cuando Israel se acercó, después de su salida de Egipto, a la frontera
de la tierra prometida Dios le dijo a Moisés: “Envía tú hombres que
reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de
cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre
ellos”(Números 13:2). La idea fue de Dios y se la trasmitió a Moisés y
mandaron doce príncipes de acuerdo al mandato de Dios, era gente que
tenía liderazgo, gente que tenía influencia, uno de cada tribu, y los
mandó para que vayan a espiar la tierra prometida. No iban para ver si
era cierto lo que Dios decía, sino por algunas razones estratégicas.
Es muy importante lo que nosotros podemos conceptuar y recibir para
poder transmitir, eso tiene un peso muy grande en la presencia de Dios y
también en relación al pueblo que nos escucha, se puede decir que en
los doce espías hubo entusiasmo por aquella tierra. El pueblo oía
atentamente el informe que decían: “Nosotros llegamos a la tierra a la
cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el
fruto de ella”(Números 13:27). Básicamente era eso lo que decía el
informe, inicialmente el problema vino después, cuando diez de los doce
espías volvieron atemorizados y parece ser que el temor fue mayor que el
entusiasmo, aquel temor fue trasmitido a la mayoría del pueblo el cual
creyó a los diez y no a los dos que decían: “Subamos luego, y tomemos
posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”(Números
13:30).
Era un mensaje que tenía poca fuerza, era el sentir de dos de aquellos
espías que habían entendido las cosas del Señor. Dios quería que el
pueblo tomara posesión de la tierra, el Señor no deseaba que por treinta
y ocho años más el pueblo se atrasara en experimentar la bendiciones
que les había prometido, Dios quería que ese fuera el momento. A dos
años de haber salido de Egipto, Dios quería que el pueblo entrara y
tomara posesión de aquella tierra y disfrutara de todas las bendiciones.
¿Qué es lo que tenían que hacer? Creer solamente.
Jesús dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de
Dios?”(Juan 11:40). Ellos tenían que confiar en Dios, pero no lo
hicieron, se volvieron escépticos y dijeron:“Allí está tal como Dios lo
prometió; pero simplemente no podemos, el enemigo es más fuerte que
nosotros y nos va a impedir alcanzar aquella tierra”. Si de verdad
queremos hacer la obra de Dios, si queremos llevar a cabo la tarea
encomendada, tenemos que tener fe, hay que confiar en Dios, porque Dios
es el que vaahacer la obra, no es “con ejército, ni con fuerza, sino con
mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Podemos
decir que en la frontera de la bendición, ya casi sintiendo el aroma de
los campos verdes de Canaán, allí el pueblo fracasó y no entró a la
tierra prometida.
Amados, ¿cómo está nuestra confianza en el Señor?, ¿cómo está nuestro
brillo en la fe?, ¿estamos madurando, estamos creciendo bien en esa
parte o encuentra que la fe está menguando? ¡Eso no puede pasar! Tenemos
que mantener una fe viva, una fe ardiente, una fe poderosa, una fe
activa, una fe que fructifica, una fe que no muere, que no se enferma,
que llega a su objetivo. Por eso es necesaria una fe de calidad, como la
que tenían los dos espías, que empieza con visión.
Algunos dicen: ¡La fe es ciega! La fe no es ciega, la fe ve muchísimo,
la fe nuestra trasciende el tiempo, el espacio, la fe es la que nos va
allevar al reino de los cielos, la fe empieza con visión. Debemos tener
una idea de lo que el Señor quiere que hagamos, además de lo que Él
puede alcanzar por medio de nosotros, por medio de nuestro esfuerzo, por
medio de nuestro sacrificio, debe entenderse que somos parte del
engranaje, que Dios se aprovechará para formarnos, para hacernos
madurar, para hacernos crecer en aquello que se llama fe.
Los doce espías exploraron la tierra y encontraron como Dios les había
dicho. Era buena tierra cultivable, fértil, hermosa, un lugar lindo y
fructífero, Dios no les había engañado. Recordemos que ellos venían de
la esclavitud en Egipto, dos años atrás eran esclavos, un esclavo no
tiene necesariamente que vivir cómodamente, en Egipto ellos vivían en
una pobreza al máximo. Tenían dos años en el desierto y ahí tampoco se
vive cómodo, en el desierto lo que hay es arena, lo que hay es sol.Ahora
vieron una tierra que es el cumplimiento de Dios, una tierra hermosa
para vivir, con características especiales para tener todo lo necesario,
para vivir y desarrollarse en ese lugar, eso lo vieron los doce espías,
tuvieron esa visión inicial.
Pero diez de los doce quedaron muy impresionados por las dificultades
que representaba el poseer esa tierra, se fijaron en los problemas,
miraron que había ciudades fortificadas en Canaán. Tal vez esperaban que
todo estaba sereno y tranquilo, pero encontraron ciudades amuralladas,
fortificadas, empezaron a examinar a la gente y vieron personas que
estaban preparadas para la guerra; empezaron a examinar otras áreas del
país y se encontraron nada menos que con los descendientes de Anac, una
raza de gigantes, gente de casi tres metros de altura, en aquel tiempo
los preparaban para la guerra. Entonces estos espías dijeron: “Imposible
de entrar porque hay gigantes, porque el país está fortificado, ellos
están preparados para pelear y nosotros no, además somos débiles, sólo
somos esclavos que salimos de Egipto, no tenemos ni armas”
Esa fue su visión, pero una visión negativa, una visión según el mundo,
según el hombre, según la lógica terrenal, el asunto es que la fe va
muy encima de todo. Que por ser tan realistas vieron de cerca las
dificultades y llegaron a la conclusión de que los problemas eran más
grandes y dejaron de ver a Dios por ver el problema. Ellos nunca dijeron
nada de Dios, sólo mencionaron las imposibilidades, es decir, perdieron
la visión, era gente que perdió de vista al Señor; ellos esperaban otro
tipo de respuesta y por esa razón se desalentaron totalmente.
Josué y Caleb actuaron bajo el principio de que Dios es mayor que las
circunstancias. No importa cuán grande sea la circunstancia y la
dificultad, Dios es mayor que ese problema, mayor que esa enfermedad,
mayor que esa expresión diabólica, el que está con nosotros es mayor que
el que está en el mundo. Su visión fue otra, ellos dijeron en su
informe: “Es verdad que hay ciudades fortificadas, que hay soldados y
gente preparada para la guerra, y que están allí los hijos de Anac, pero
sabemos que Jehová nos ha dicho que nos entregará esa tierra, tomemos
posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”.
Ellos vieron lo que el Señor les había prometido, tierra que fluye
leche y miel, ellos tuvieron la oportunidad, es ahora no después.
Amados, ¡levantémonos y tomemos la tierra! Porque con nosotros va
Jehová. La fe de calidad empieza con visión, esa visón que tenían estos
dos espías, Dios se los había prometido, y ellos se vieron ya viviendo
en Canaán, ellos se vieron ya comiendo de sus frutos, ellos no vieron el
problema, porque dijeron: ¡Con nosotros está Jehová! Dios nos ha
llamado a grandes empresas, nos ha llamado a conquistar gigantes.Cuando
los problemas se ven grandes entonces Dios se queda chiquito, pero Dios
no es chiquito, Él es grande.
Después de tener visión, la fe de calidad tiene algo que se llama
valor. La fe empieza con visión, la visión inspira valor, un valor que a
veces es casi una temeridad, pero es que así actúa la gente de fe. Los
diez espías sólo vieron obstáculos y problemas, la visión de ellos del
Dios de poder estaba eclipsada, por lo tanto, lo que vieron fueron
problemas y lo único que cosecharon fue atemorizarse y acobardarse, y lo
peor es que lo trasmitió al pueblo. El pueblo empezó a oír a diez voces
diciendo: ¡No se puede, es imposible, hay gigantes, hay ciudades
amuralladas, la gente es de guerra, esa es una ciudad muy importante,
aquí yo soy muy chiquito!
Los diez espías están llegando hasta tan bajo, que dicen: “Y éramos
nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así le parecíamos a ellos
al lado de ellos”, Número 13:33. Pero habían dos que decían: “Subamos
luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que
ellos”, Números 13:30. El Señor dice: “Mía es la batalla”, no peleamos
solos, el Señor está con nosotros como poderoso gigante, ellos vieron
gigantes, pero más gigante es el Señor, por algo se denomina “Jehová de
los ejércitos”. Cuando uno tiene visión, entonces la visión inspira
valor; pero si se concentra sólo en el problema, en la imposibilidad, en
la dificultad, allí se queda y se seca, y se atrasa la obra del Señor y
se pierde la bendición; era ahora, no era treinta y ocho años después.
Diez espías que se creían langostas, porque no tenían fe, y dos que se
creían “vencedores de gigantes”, porque tenían fe. Estos dos, Josué y
Caleb, tenían fe en lo que Dios les había prometido, trataron de
convencer al pueblo, siempre mencionando a Dios, siempre mencionando la
Palabra, ve el informe de ellos y luego la apelación ante el pueblo,
siempre mencionan a Dios, no se olvidan de las realidades. Pero la gente
le creyó a la mayoría y dijeron más bien: ¡Vamos a apedrearlos y
regresemos a Egipto! Qué lamentable esta situación.
Cuando hay disposición de creer en lo que Dios ha dicho, y valor para
ejecutarlo siempre aparecerá la oposición, siempre cuando se emprenda
cosas para Dios las olas se van a levantar, los vientos van a rugir, los
vientos se van a oír, pero no se preocupe, allí estará la mano del
Señor, si sientes que te estás hundiendo solamente clama al Señor. Y
allí estará la mano de Dios levantándote, no hay duda que el valor va a
conseguir también el concepto de sacrificio, todo emprendimiento de fe
tiene sus riesgos, pero el valor asume eso también. Josué y Caleb sabían
que ellos podían caer en la batalla, tal vez alguno iba asalir herido,
si usted espera hacer algo para Dios y que no haya absolutamente ningún
riesgo, nunca va a lograr nada.
Primero la visión, después la acción del valor porque estamos hablando
de calidad de fe. Fe es todo eso, visión, valor, el saber que tú puedes,
que la victoria es nuestra en el nombre del Señor, nos lleva
automáticamente a la acción y eso es lo que Dios esperaba del pueblo.
Dios esperaba que el pueblo actuara de acuerdo a esa visión de la
Palabra dada. No son los milagros los que pueden afirmar o ayudar, pero
lo que afirma en la vida es centrarse en la Palabra de Dios. La Palabra
es lo que produce verdadera fe, la fe se produce por el oír la Palabra, y
eso hay que saberlo aprovechar, la acción. Dios podía destruir a los
pobladores de Canaán y podía hacerlo hasta sin ellos, pero Dios nos
incluye en sus propósitos para que maduremos en la fe, para que nuestra
fe crezca, por eso estamos incluidos en las batallas de Dios, además lo
que Él espera es obediencia, cuando nos dice: ¡Es la hora de entrar!
Pues vamos a entrar en el nombre de Jesús.
Los diez espías convencieron al pueblo de que esta entrada aventurera
iba a ser un fracaso y una insensatez y allí en ese mismo momento
perdieron la oportunidad de oportunidades. Sabemos que Dios castigó en
esos mismos días a esos diez espías, que murieron de una plaga en un
mismo día y después Dios dijo: “Pero a vuestros niños, de los cuales
dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la
tierra que vosotros despreciasteis. En cuanto a vosotros, vuestros
cuerpos caerán en este desierto” (Números 14:31-32). También dijo:
“Únicamente a Josué y Caleb les he preservado la vida, porque ellos si
actuaron conforme a la fe, confiaron en la Palabra de Dios”.
Cuarenta años más para que ese pueblo diera una gran vuelta en el
desierto y luego volviera cuarenta años después a las fronteras de la
tierra prometida, pero ya no el mismo pueblo, porque en esa vuelta de 40
años todos los de 20 años para arriba se murieron, eso no es una
bendición, eso es una derrota, marcaron sus caminos con sepulturas, con
muerte, de otra manera no podían hacerlo, porque no quisieron creer en
la vida que Dios le prometía. Josué capitaneó la conquista de Canaán, él
fue el general de las fuerzas de Israel que entró a la tierra
prometida, comandando a los ejércitos del pueblo de Dios y comenzó a
repartir la tierra, por lo menos siete campañas militares que lo llevó
prácticamente a tener una gran victoria, aunque no ocupó toda la
tierra.Josué fue el que vio caer esos muros en Jericó, ese hombre que
confió en Dios, no hizo una guerra de artillería contra aquellos muros,
solamente obedeció lo que Dios le dijo. Me imagino la fila de ángeles
parados en todas esas murallas que rodeaban Jericó, que cuando el pueblo
llegó a la última vuelta y gritaron en el nombre de Jehová y los
ángeles comenzaron a hacer “tac” y esos muros hundiéndose y
derribándose.
Dios también recompensó a Caleb, que fue un hombre que en ese tiempo
tenía cuarenta y cinco años. Pasado los años no se le había ido el filo
todavía, tenía el filo de la fe; me imagino que Josué se quedó viéndolo
cuando Caleb dijo: “Tengo 85 años ahora, pero todavía tengo las mismas
fuerzas para entrar y para salir, todavía me siento igualcuando tenía 45
años, cuando Dios me dijo que era mía aquella tierra que me encargó que
espiara, esa tierra de Hebrón la quiero ahora”. Y agregó: “Todavía
están los gigantes, los hijos de Anac, pero no te preocupes lo único que
quiero es que me autorices”. Porque él sabía lo que era la autoridad, y
Josué le dijo: “¡Allí está!”
“Lo que es imposible para el hombre para Dios es posible”; porque
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Dios recompensa
cuando hay fe, hay que pelear la buena batalla. Si tienes un problema
sólo cree que Dios te empezará a dar la victoria, no mañana, hoy mismo,
ya el Señor empezará a romper ligaduras, a darte la victoria. La Biblia
dice que “somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
Fuente:impactoevangelistico.net