Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. –Juan 14:6.
En ningún otro hay salvación (excepto en Jesús); porque no hay otro
nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos. –Hechos 4:12.
Jesús declara: “Yo soy el camino”, no dice un camino, sino el camino, el único camino para conocer a Dios como Padre.
Quizás a usted le gustaría inventarse su propio camino para conocer a
Dios. La manera en la cual cada creyente ha encontrado a Dios es
diferente, pues Dios viene a nuestro encuentro según nuestras
circunstancias. Pero fue Dios quien escogió el camino a través del cual
podemos ir a él. Ese camino es Jesucristo. El punto común de la fe de
todos los verdaderos creyentes, sea cual sea su origen, su cultura o su
condición social, es que cada uno discernió en la persona de Jesús al
Hijo de Dios, y creyó en él para ser perdonado de todas sus faltas.
El Evangelio es para todos los hombres y mujeres de todas las culturas,
países y condiciones sociales. En el tiempo de su vida en la tierra,
Jesús fue el que más luchó contra la exclusión. No tuvo vergüenza de
comer con los que la sociedad despreciaba. Citó como ejemplo la bondad
de un samaritano, personas despreciadas por los judíos. Alabó por su fe a
una mujer pagana y a un centurión romano. Le dijo a un ladrón
crucificado que estaría con Él en el paraíso. Y, aún hoy, la bondad de
Jesús por los demás es ilimitada; es infinita como el amor de Dios quien
lo reveló. Jesús ama a todos los hombres y a cada uno en particular: lo
demostró dando su vida en la cruz.
Fuente:Amen-amen
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