• Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. – Génesis 4:8.
• (Los hermanos de José) dijeron el uno al otro… Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna. – Génesis 37:19-20.
• Me devuelven mal por bien, y odio por amor. – Salmo 109:5.
A lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido
hombres como Caín o los hermanos de José. En todas las épocas la
envidia, la codicia y la sed de poder han llevado a algunos hombres a
destruir a otros. Los medios de comunicación no dejan de contarnos esos
dramas, ya sea a escala individual o colectiva.
Pero un día se desencadenó el mayor odio contra el amor más grande.
El Hijo de Dios vino al mundo para salvar, por medio de su sacrificio, a
los seres humanos. Él se ocupó de ellos, los alimentó, los sanó, los
consoló… Pero, ¿Cómo lo recibieron? Dijeron entre sí: “Este es el heredero; venid, matémosle… Y tomándole, le mataron” (Marcos 12:7-8).
Los hombres inventaron falsos testimonios para condenarlo, se burlaron
de él, lo golpearon y luego lo clavaron en una cruz como un malhechor.
Para colmo de la burla, le colocaron una corona de espinas, y en su mano
le pusieron una caña. Y el pueblo, reunido alrededor de la cruz, se
atrevió a decir: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:25).
Pero el amor de Dios fue más fuerte que la maldad del hombre, pues
esa sangre reclamada con tanto odio trae la salvación a aquel que cree.
Jesús dio su vida para expiar los pecados de todos los que ponen su
confianza en él. ¡Qué maravilla es el amor de Dios!
Fuente:amen-amen.net
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