Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas. – Efesios 2:10.
Estas preguntas sorprendieron a Jonás mientras dormía en el interior
del barco que lo conducía a Tarsis. Quizá pensaba que allí podría
ocultarse de la mirada de Dios. Pero, ¿Cómo esconderse del conocimiento
perfecto del Dios de los cielos?
Jonás, profeta de Dios, había recibido una misión especial: anunciar a
Nínive una advertencia muy solemne: “De aquí a cuarenta días Nínive será
destruida” (Jonás 3:4). El Dios de misericordia quería advertir a los
ninivitas antes de que el juicio los alcanzara; quería producir en ellos
el arrepentimiento para que pudiesen ser perdonados.
Jonás había comprendido bien, pero su egoísmo no quería admitir que el
perdón pudiese ser concedido a una nación enemiga. Rehusando ser el
instrumento de una gracia para el prójimo, había decidido huir. Dios lo
encontró en el interior del barco, y para conducirlo al arrepentimiento,
empleó a marineros paganos. ¡Justo efecto bumerán para el profeta
desobediente!
En el camino de nuestra vida, a veces huimos porque queremos escapar de
nuestra responsabilidad. Las excusas aparentemente legítimas que damos
traicionan nuestra mala conciencia. La voz divina se dirige a nosotros:
“¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes?”. El Señor pone en nuestro
camino numerosas ocasiones para testificar de él. No sigamos el camino
de Jonás, sino digamos más bien: “Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).
Fuente:amen-amen
No hay comentarios:
Publicar un comentario