Rev. Rodolfo González Cruz
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la
tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos… Cuando veo tus cielos,
obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué
es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para
que lo visites?” Salmo 8:1-4.
Dios hizo un universo infinitamente grande. Los hombres de ciencia no
alcanzan a ver el final del espacio sideral, donde se encuentran los
astros, galaxias y todas las constelaciones. Se dice que se necesitarían
millones de años para atravesar todo el espacio y lo que duramos en
vida es, a lo mucho, setenta años.
Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve años. Este hombre no llegó
ni a los mil años, y de mil a un millón hay bastante diferencia. El
trono de Dios, del cual la Biblia habla, está mucho más allá de todas
las galaxias.
Cuando llegó al cosmos, Yuri Gagarin -primer cosmonauta ruso- dijo que
no veía a Dios por ningún lado. ¡Qué ignorancia! y parecía un
científico.
Un cristiano evangélico llamado Neil Armstrong fue el primer hombre que
llegó a la luna. Al estar sobre la superficie, dejó una placa donde
estaba escrito el Salmo 8. Años después se convirtió en un predicador
del Evangelio, reconociendo la grandeza de Dios. Este hombre de ciencia
que, no solo llegó al cosmos, sino mucho más allá, exalta y glorifica el
nombre de Dios.
A lo largo de la historia existieron hombres extraordinarios, que han
realizado grandes aportes a la sociedad, con inventos y descubrimientos
que, en la actualidad, son de gran utilidad para la humanidad:
La primera universidad que existió en el mundo fue cristiana evangélica.
La primera imprenta la hizo un cristiano evangélico.
La primera máquina de coser fue inventada por un cristiano.
El primer equipo para tomar placas o radiografías lo descubrió un cristiano evangélico.
El primer automóvil fue hecho por un cristiano llamado Rodolfo Diesel.
El primer avión fue inventado por dos hijos de un cristiano evangélico.
El helicóptero, la televisión, el teléfono, la
electricidad, el telégrafo, entre otros fueron hechos por cristianos
evangélicos.
¿Quién no ha oído hablar de los premios Nóbel? Nóbel era un cristiano
evangélico que aportó más de doscientos inventos y descubrimientos para
la ciencia. Posteriormente, donó sus bienes para que los estudios y
avances científicos continúen y así apoyar a aquellos que están
trabajando en favor de la sociedad.
En África del Sur, un cristiano evangélico realizó el primer trasplante
de corazón. Es así que muchos cristianos han efectuado innumerables
aportes científicos.
¿Es el cristianismo un atraso? ¡De ninguna manera! El cristianismo es cultura, avance, prosperidad, bienestar y felicidad.
Fuente:impactoevangelistico.net
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